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jueves, 27 de octubre de 2011

VIAJE A NUEVA YORK - Primeras pinceladas

En el año 2001, Mª Jesús y yo decidimos conocer NY, pero cada día el precio del viaje aumentaba por la subída del precio del petróleo y para colmo, el 11 de Setiembre los terroristas decidieron llevar a la realidad sus siniestros planes de estrellarse contra las Torres Gemelas, así que lo pospusimos sine die.
10 años hemos tardado en recuperar el proyecto, pero por fin este Octubre tocaba ya, conocer la Gran Manzana, y aprovechamos el salto del charco para ampliar un poco la visita, a riesgo de ver la ciudad más superficialmente, a Washington y a Boston y a fe que mereció la pena la extensión.
Llevo dos días ordenando, clasificando y borrando fotos y es un trabajo de esclavos, así que voy a ir añadiendo alguna al blog, poco a poco, junto con mis primeras impresiones:

La primera es que Nueva York es tal cual se ve en las pelis, todo el mundo te lo dice, pero hasta que no estás allí no eres consciente de hasta qué punto es cierto. Conoces los edificios, te suenan los nombres de las calles, a mi la que más me gusta sin duda ninguna es Park Avenue, ancha, tranquila, con jardineras en las medianas y bonitos edificios. Es una ciudad para caminar, es imposible perderse, porque es genial que las calles estén numeradas en vez de bautizadas con nonmbres, con alguna excepción, claro y a pesar de los rascacielos no tienes sensación de agobio por no ver el cielo o la luz, porque los edicios son totalmente asimétricos, altos y bajos conviven perfectamente.

la segunda es que sus aceras, incluidas las de la mítica 5ª Avd. son de hormigón a secas, tal como acaban de dejar en Oviedo, la calle Nueve de Mayo


Allí tienen contaminación lumínica, pero no como la nuestra. Las luces que realmente alumbran la ciudad por la noche no son las de las farolas públicas, que son pequeñas y más bien escasas, no, son de los edificios de empresas cuyas oficinas dejan las luces encendidas, ahora con la crisis, no en todos los pisos como hasta ahora, solo en algunos de forma alterna.



Otra gran impresión que traigo, o percepción, no contrastada, por supuesto, es que ahora ya entiendo porqué tienen una tasa de paro, mucho más baja que la nuestra, creo que es, porque se reparten mejor los puestos de trabajo, es más, estoy convencida de que hay montones de ellos que aquí son impensables, para muestra la foto de la chica con el walky en la mano, ordenando las personas que formabamos la cola para las entradas en el MOMA (yo hago habitualmente esa tarea en aquí, gratis y encima me riñen porque dicen que me meto donde no me llaman, como pa crear un puesto específico).
En la visita al Empire, creo que conté más de 20 personas con uniforme de botones clásico, haciendo algo parecido, uno te indica donde empieza la fila, y otro donde continúa; uno te indica el ascensor, y otros muchos hacen de guardia de tráfico en tu deambular a través de las pasarelas mientras haces la cola, y otro más, a voces, va dando instrucciones. En las chocolaterias Godiva hay dependientes como pa formar un equipo de beisbol y así sucesivamente. Realmente vengo alucinada de este fenómeno. Más personas exclusivamente en la puerta de los hoteles, para abrir y cerrar la puerta, llamar al taxi, etc (y eso que los mios eran más bien normales, nada sofisticados ni caros)
Y las empresas de bus turístico, tienen chicos trabajando por doquier
El amarillo incluido el de los taxis es el color de la ciudad

Seran trabajos mal pagados y poco cualificados, pero me parece que es mucho peor vivir del subsidio de paro
A Central Park, está claro que hay que ir un domingo, porque entre turistas y neoyorquinos, aquello está lleno, tanto por los senderos, como por las calles en que habitualmente circulan los coches, y que el finde semana se cierra para permitir correr o pasear a los peatones, sin restricción
Vista tipica y tópica del Reservoir de Central Park
 
Muchas familias por la amplia pradera verde

  Se notaba en toda la ciudad, que se acercaba Haloween, y alguna casas estaban especialmente decoradas




y allí, en el MOMA, se ve que los niños, como diría Ana Mato, tampoco tienen donde sentarse

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